viernes, 14 de octubre de 2011
Por lo tanto, la gente que ora forma el cuerpo político del mundo, y la iglesia mantiene el equilibrio de poder en los asuntos mundiales. No sólo habrá de ser ésta la fuerza que rija y gobierne el orden
social en los siglos futuros, sino que lo es aun ahora en este palpitante momento presente. La iglesia que ora está en realidad decidiendo el curso de los acontecimientos humanos por medio del poder de su oración y en la medida en que lo utiliza. Algún día descubriremos que la oración es el factor más importante en lo referente a modelar el curso de la historia humana.
social en los siglos futuros, sino que lo es aun ahora en este palpitante momento presente. La iglesia que ora está en realidad decidiendo el curso de los acontecimientos humanos por medio del poder de su oración y en la medida en que lo utiliza. Algún día descubriremos que la oración es el factor más importante en lo referente a modelar el curso de la historia humana.
Cuando se abran los libros del cielo y se revele la historia espiritual de las naciones del mundo
estará escrito, para que todos puedan leerlo, que son las "personas de oración" y no los alcaldes, los reyes, los primeros ministros, los presidentes o los consejeros del presidente, los que verdaderamente moldean los acontecimientos.
Cuando llegue la hora de abrirse de par en par los archivos celestiales para que el universo los contemple, entonces se descubrirá que la historia no fue escrita en las cámaras del consejo de los grandes, ni tampoco por los ejércitos, ni por las marinasde guerra, ni por los parlamentos de las naciones. No, la historia se escribió en las escondidas y apartadas cámaras de oración de los santos. Los movimientos de los hombres y de las naciones de la tierra se conciben, inspiran y motivan en el mundo invisible; y las fuerzas espirituales en dicho mundo invisible, son reguladas, influenciadas Y controladas por el poder que sólo es liberado mediante las oraciones del pueblo de Dios. En verdad, la suerte del mundo está en las manos de santos anónimos (Salmo 149:6-9).
Extraido del Libro "Destinados a Vencer" Paul E. Billheimer
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Mensajes de Salvaciòn,
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